Ponen el culo hacia donde calienta el sol
Sectores que aquí en Argentina trataron de obstaculizar los juicios por violaciones a los derechos humanos se mostraron, sin embargo, complacidos con la decisión de Barack Obama de prohibir la tortura y cerrar la cárcel de Guantánamo. Aplauden cuando Obama anuncia que abrirá la mano con sus adversarios y se rasgan las vestiduras porque la presidenta Cristina Fernández se reunió con Fidel y se convirtió de hecho en transmisora de un mensaje de distensión entre Cuba y Washington. Nuestros tilingos ni siquiera son coherentes.
El discurso de los medios, plano y simplificador y cada vez más abiertamente ideologizado desde el 2003, quedó en falsa escuadra con el cambio abrupto que se produjo en los Estados Unidos. Aceptaron y aplaudieron las políticas conservadoras y guerreristas de las administraciones norteamericanas anteriores y por inercia siguieron aplaudiendo las ideas, contrapuestas, del nuevo presidente Barack Obama. Es como aplaudir el progresismo del papa Juan XXIII y seguir aplaudiendo al actual papa Benedicto XVI. Claro que en este caso, los católicos deben obediencia al Papa, lo cual no debería ocurrir con los presidentes norteamericanos.
Los que justificaron la tortura y los secuestros porque aquí había “una guerra” y se vieron respaldados con la justificación de la tortura y los secuestros cometidos por la administración Bush en su guerra contra el terrorismo, deberían ser críticos con la decisión de Obama, como lo son aquí con los juicios por violaciones a los derechos humanos. Pero lo aplauden porque es el nuevo presidente de los Estados Unidos. Ninguno se atrevió a decir esta boca es mía. Y lo mismo se podría afirmar sobre las políticas económicas anunciadas por Obama que no siguen la letra dura de las recetas neoliberales. Se excitan tanto con todo lo que viene de EEUU que pierden el rumbo y no logran discernir su propia posición.
Los que justificaron la tortura y los secuestros porque aquí había “una guerra” y se vieron respaldados con la justificación de la tortura y los secuestros cometidos por la administración Bush en su guerra contra el terrorismo, deberían ser críticos con la decisión de Obama, como lo son aquí con los juicios por violaciones a los derechos humanos. Pero lo aplauden porque es el nuevo presidente de los Estados Unidos. Ninguno se atrevió a decir esta boca es mía. Y lo mismo se podría afirmar sobre las políticas económicas anunciadas por Obama que no siguen la letra dura de las recetas neoliberales. Se excitan tanto con todo lo que viene de EEUU que pierden el rumbo y no logran discernir su propia posición.
Cuando fue el juicio a empresarios venezolanos acusados por el valijero Antonini Wilson de ser agentes de Chávez, hubo políticos aquí que hablaron maravillas de la “independencia” de la Justicia en un país “serio” como Estados Unidos. En ese momento, el presidente Bush afrontaba tremenda crisis por la manipulación política de los fiscales, y los tribunales de Miami ya eran famosos por su caza de brujas, anticomunistas y “antipopulistas”. Pero si se apoya a Obama, necesariamente habría que ser crítico de Bush. Una cosa o la otra. Las dos son contrapuestas, a no ser que se piense que todo lo que venga de Estados Unidos siempre es bueno.
Obama fue elegido porque criticó todo lo que ellos respaldaron y asumieron como verdades consagradas, como ejemplo civilizador y democrático y ahora resulta que todo eso pertenece a un período nefasto.
Ahora Obama da otro paso: OBAMA LEVANTO EL VETO A LA FINANCIACION DE ORGANIZACIONES QUE PROMUEVEN EL ABORTO EN EL EXTRANJERO. ¿Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma? ¿Qué posición adoptarán los tilingos argentinos sobre esta medida? ¿Pedirán la excomunión de Obama y de todo su gabinete? ¿Pedirán atarle una piedra al cuello y tirarlo al mar?
El anuncio es una victoria de los grupos que defienden el derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo, que esperan que éste sea el primer paso de Obama para revertir los ocho años de retrocesos que vivió Estados Unidos en materia de salud sexual y reproductiva de la mano del gobierno republicano, en los que se antepuso la ideología a la ciencia y a la salud de las mujeres.
El jueves, después de ordenar el cierre del centro de detención en Guantánamo, el levantamiento de las prisiones secretas que la CIA tiene en el exterior y la prohibición de la tortura, Obama se pronunció a favor del derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo frente a un embarazo. Lo hizo a través de un comunicado en un nuevo aniversario del famoso fallo del caso Roe v. Wade, que estableció en 1973 que las leyes contra el aborto en Estados Unidos infringían el derecho a la privacidad. ¿Las tilingas cristianas chupacirios le gritarán "Yo te voy a matar a vos? ¿O estarán aplaudiendo, rápidas en los reflejos ante el cambio de vientos?
Es difícil saber lo que hará Obama en el futuro, especialmente en lo que atañe a las relaciones violentas e imperiales con Latinoamérica, pero todos sus planteos presuponen, por lo menos, un punto de partida mejor. A nosotros nos queda por delante una batalla cultural enorme: derrotar de una vez por todas el cipayismo imperante que arrastran estos representantes del medio pelo, incapaces de crear nada propio, pero sí capaces de regalar un país para ganar una sonrisa benevolente del emperador de turno.
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