Las Abuelas de Plaza de Mayo con enorme alegría queremos dar a conocer el encuentro y restitución de la identidad de otra hija de desaparecidos. Se trata de la hija de Beatriz Recchia y Domingo García, desaparecidos en 1977.
Los padres
Antonio nació el 15 de marzo de 1947 en la ciudad de Buenos Aires. Hizo la escuela primaria como pupilo en un colegio en González Catán y el secundario en el Colegio Marín en San Isidro. Se recibió de maestro y ejerció la docencia. Después, comenzó a cursar el Profesorado de Historia y Geografía.
Beatriz nació el 17 de mayo de 1949 en Florida, zona norte del gran Buenos Aires. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 10 de Munro y el secundario en un colegio religioso, en el barrio porteño de Belgrano. Estudió para ser maestra jardinera y ejerció como tal en el Jardín Jean Piaget.
Se conocieron en un taller de Historia. Desde los grupos católicos pasaron a la militancia en barrios. Se casaron en enero de 1972. Juliana, la primera hija, nació el 30 de diciembre de 1973.
Ambos militaban en la organización Montoneros. Sus compañeros los conocían como "Tina" y "Nito" o "Sebastián". Durante un breve lapso también los llamaron "Inés" y "Rogelio". Fueron secuestrados en su domicilio de Villa Adelina el 12 de enero de 1977. Antonio fue asesinado durante el operativo y sepultado al día siguiente como NN en el Cementerio de Boulogne. En 1978 la policía bonaerense confirmó oficialmente a la familia el destino de los restos. Beatriz estaba embarazada de cinco meses al momento del secuestro. Pensaban llamar Ignacio al bebé que esperaban si era varón. La joven fue vista por sobrevivientes en el CCD "El Campito" de Campo de Mayo. Allí nació su hija en el mes de mayo de 1977.
LA HIJA DE ANTONIO DOMINGO GARCIA Y BEATRIZ RECCHIA ES LA NIETA 97 IDENTIFICADA POR LAS ABUELAS
“Fue un embarazo que duró 32 años”
El caso se resolvió a través de una causa judicial a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado, quien debe definir la situación de los apropiadores. La joven conoció ayer a su hermana, Juliana García Recchia.
Por Victoria Ginzberg - Página12
Los ojos cansados pero brillantes de Juliana García Recchia decían casi todo. Sus lágrimas y su risa, el resto. Por la mañana había visto a su hermana. La había abrazado. Y había esperado 32 años para eso. “Yo recuerdo la panza de mi vieja. Yo tocaba a mi hermana a través de la panza. Ese contacto físico... no hay palabras. No puedo creer que nos hayan robado esto, que nos hayan robado 32 años”, dijo en la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo. Así se anunció la identificación de la hija de Antonio Domingo García y Beatriz Recchia, que hasta ayer estaba desaparecida.
El 12 de enero de 1977, efectivos del Ejército vestidos de civil irrumpieron en la casa en la que vivían García y Recchia en Villa Adelina. El era maestro y ella maestra jardinera y se habían conocido en un taller de historia. Participaban de grupos católicos, de allí pasaron a militar en barrios y luego en la organización Montoneros. Los vecinos de su casa de Villa Adelina relataron que en el operativo hubo unos treinta militares y que se produjo un tiroteo. García fue asesinado y enterrado como NN en el cementerio de Boulogne. Recchia, que estaba embarazada de cinco meses, fue secuestrada y llevada al Campito, el centro que funcionó en Campo de Mayo. No hubo más noticias de la mujer y de la niña que parió en cautiverio. En la vivienda de Villa Adelina también estaba Juliana, de tres años, la hija mayor del matrimonio, que fue entregada a su abuela materna ese mismo día. La hija menor, que nació en una maternidad clandestina, se convirtió en el caso 97 resuelto por las Abuelas de Plaza de Mayo.
La identificación se hizo a través de una causa judicial que está a cargo de la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, quien ordenó un análisis de sangre sobre una joven que los abogados de Abuelas señalaron como posible hija de desaparecidos. El resultado del estudio de ADN realizado por el Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durand llegó el jueves y ayer Juliana y su hermana se enteraron de que había dado positivo.
“Soy la persona más feliz del mundo. Los mejores momentos de mi vida tienen que ver con los nacimientos, con los nacimientos de mis hijas y con el de mi hermana. Mi hermana nació hoy, cuando supo que era hija de Antonio Domingo García y Beatriz Recchia. Fue un embarazo de 32 años que tuvo mi vieja y fuimos varios los parteros. Esto es una búsqueda de todos”, dijo Juliana, rodeada de mircófonos, con la voz quebrada pero segura. Estela Carlotto, al abrir la conferencia de prensa, había señalado que se trataba de “una historia de perseveraciones, de Abuelas y de nietos que buscan a sus hermanos y se buscan a ellos también”. Este caso volvió a dejar en evidencia el rol activo en la búsqueda de sus hermanos que tienen los hijos de desaparecidos: Juliana trabaja desde hace años en Abuelas de Plaza de Mayo. “Me desespera haber perdido esos 32 años con mi hermana, me desesperan que las abuelas y los otros familiares no tengan esta posibilidad del encuentro; mis cuatro abuelos no la tuvieron porque se murieron en el camino. Tenemos que encontrarlos a todos.”
A pesar de sentirse como en el aire (“No caigo, no caigo”, les decía a todos), Juliana fue clara en pedir que los detalles del encuentro con su hermana fueran preservados. Solicitó, además que no se difundiera el nombre con el que la joven vivió estos 32 años (N. de R: por eso no se mencionan aquí ni ese dato ni la identidad del apropiador). “Cada uno debe hacerse cargo de las cosas que hizo”, se limitó a decir cuando le preguntaron por la situación de los apropiadores. Carlotto agregó: “Un apropiador es un delincuente. Acá y en cualquier lugar del mundo”. Arroyo Salgado deberá expedirse sobre el tema.
Juliana se tomó un momento para reclamar por los cuatrocientos casos de hijos desaparecidos que siguen sin saber quiénes son: “A veces siento que estamos jugando a las escondidas. Que en el caso por caso no vamos a poder llegar a todos. Acá hubo un genocidio, un plan sistemático de apropiación, no podemos seguir por el caso por caso. Hay que pensar qué hacemos. Hay una generación entre el ’75 y el ’80 cuya identidad está en duda”.
Antonio nació el 15 de marzo de 1947 en la ciudad de Buenos Aires. Hizo la escuela primaria como pupilo en un colegio en González Catán y el secundario en el Colegio Marín en San Isidro. Se recibió de maestro y ejerció la docencia. Después, comenzó a cursar el Profesorado de Historia y Geografía.
Beatriz nació el 17 de mayo de 1949 en Florida, zona norte del gran Buenos Aires. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 10 de Munro y el secundario en un colegio religioso, en el barrio porteño de Belgrano. Estudió para ser maestra jardinera y ejerció como tal en el Jardín Jean Piaget.
Se conocieron en un taller de Historia. Desde los grupos católicos pasaron a la militancia en barrios. Se casaron en enero de 1972. Juliana, la primera hija, nació el 30 de diciembre de 1973.
Ambos militaban en la organización Montoneros. Sus compañeros los conocían como "Tina" y "Nito" o "Sebastián". Durante un breve lapso también los llamaron "Inés" y "Rogelio". Fueron secuestrados en su domicilio de Villa Adelina el 12 de enero de 1977. Antonio fue asesinado durante el operativo y sepultado al día siguiente como NN en el Cementerio de Boulogne. En 1978 la policía bonaerense confirmó oficialmente a la familia el destino de los restos. Beatriz estaba embarazada de cinco meses al momento del secuestro. Pensaban llamar Ignacio al bebé que esperaban si era varón. La joven fue vista por sobrevivientes en el CCD "El Campito" de Campo de Mayo. Allí nació su hija en el mes de mayo de 1977.
LA HIJA DE ANTONIO DOMINGO GARCIA Y BEATRIZ RECCHIA ES LA NIETA 97 IDENTIFICADA POR LAS ABUELAS
“Fue un embarazo que duró 32 años”
El caso se resolvió a través de una causa judicial a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado, quien debe definir la situación de los apropiadores. La joven conoció ayer a su hermana, Juliana García Recchia.
Por Victoria Ginzberg - Página12
Los ojos cansados pero brillantes de Juliana García Recchia decían casi todo. Sus lágrimas y su risa, el resto. Por la mañana había visto a su hermana. La había abrazado. Y había esperado 32 años para eso. “Yo recuerdo la panza de mi vieja. Yo tocaba a mi hermana a través de la panza. Ese contacto físico... no hay palabras. No puedo creer que nos hayan robado esto, que nos hayan robado 32 años”, dijo en la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo. Así se anunció la identificación de la hija de Antonio Domingo García y Beatriz Recchia, que hasta ayer estaba desaparecida.
El 12 de enero de 1977, efectivos del Ejército vestidos de civil irrumpieron en la casa en la que vivían García y Recchia en Villa Adelina. El era maestro y ella maestra jardinera y se habían conocido en un taller de historia. Participaban de grupos católicos, de allí pasaron a militar en barrios y luego en la organización Montoneros. Los vecinos de su casa de Villa Adelina relataron que en el operativo hubo unos treinta militares y que se produjo un tiroteo. García fue asesinado y enterrado como NN en el cementerio de Boulogne. Recchia, que estaba embarazada de cinco meses, fue secuestrada y llevada al Campito, el centro que funcionó en Campo de Mayo. No hubo más noticias de la mujer y de la niña que parió en cautiverio. En la vivienda de Villa Adelina también estaba Juliana, de tres años, la hija mayor del matrimonio, que fue entregada a su abuela materna ese mismo día. La hija menor, que nació en una maternidad clandestina, se convirtió en el caso 97 resuelto por las Abuelas de Plaza de Mayo.
La identificación se hizo a través de una causa judicial que está a cargo de la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, quien ordenó un análisis de sangre sobre una joven que los abogados de Abuelas señalaron como posible hija de desaparecidos. El resultado del estudio de ADN realizado por el Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durand llegó el jueves y ayer Juliana y su hermana se enteraron de que había dado positivo.
“Soy la persona más feliz del mundo. Los mejores momentos de mi vida tienen que ver con los nacimientos, con los nacimientos de mis hijas y con el de mi hermana. Mi hermana nació hoy, cuando supo que era hija de Antonio Domingo García y Beatriz Recchia. Fue un embarazo de 32 años que tuvo mi vieja y fuimos varios los parteros. Esto es una búsqueda de todos”, dijo Juliana, rodeada de mircófonos, con la voz quebrada pero segura. Estela Carlotto, al abrir la conferencia de prensa, había señalado que se trataba de “una historia de perseveraciones, de Abuelas y de nietos que buscan a sus hermanos y se buscan a ellos también”. Este caso volvió a dejar en evidencia el rol activo en la búsqueda de sus hermanos que tienen los hijos de desaparecidos: Juliana trabaja desde hace años en Abuelas de Plaza de Mayo. “Me desespera haber perdido esos 32 años con mi hermana, me desesperan que las abuelas y los otros familiares no tengan esta posibilidad del encuentro; mis cuatro abuelos no la tuvieron porque se murieron en el camino. Tenemos que encontrarlos a todos.”
A pesar de sentirse como en el aire (“No caigo, no caigo”, les decía a todos), Juliana fue clara en pedir que los detalles del encuentro con su hermana fueran preservados. Solicitó, además que no se difundiera el nombre con el que la joven vivió estos 32 años (N. de R: por eso no se mencionan aquí ni ese dato ni la identidad del apropiador). “Cada uno debe hacerse cargo de las cosas que hizo”, se limitó a decir cuando le preguntaron por la situación de los apropiadores. Carlotto agregó: “Un apropiador es un delincuente. Acá y en cualquier lugar del mundo”. Arroyo Salgado deberá expedirse sobre el tema.
Juliana se tomó un momento para reclamar por los cuatrocientos casos de hijos desaparecidos que siguen sin saber quiénes son: “A veces siento que estamos jugando a las escondidas. Que en el caso por caso no vamos a poder llegar a todos. Acá hubo un genocidio, un plan sistemático de apropiación, no podemos seguir por el caso por caso. Hay que pensar qué hacemos. Hay una generación entre el ’75 y el ’80 cuya identidad está en duda”.
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