17 ottobre 2008

Defiéndase de las mentiras


La política internacional tiene un extraño destino: en general es despreciada por la gran prensa, salvo en momentos de grandes convulsiones. Sin embargo, se usa y se abusa de ella para dirimir las grandes polémicas nacionales. Argumentos decisivos parecen ser sacados de casos a los que solo los supuestos "especialistas" parecen tener acceso y comprender el significado, alegando que "en México funcionó", que "el modelo chileno es el mejor", que "en Corea del Sur fracasó" o que "Turquía probó que el gobierno tiene razón".

Es lo que se puede llamar "embustes internacionales", para darle un nombre. Cuidado por tanto con todos -economistas, editorialistas, "politólogos", sociólogos, analistas internacionales-; infórmese, no dé nada por establecido como si hubiese argumentos de autoridad, desconfíe -sobre todo desconfíe-, busque verificar con sus propios medios. Piense, siempre piense.

Para sorprenderse menos con lo que acontezca, van aquí algunas indicaciones, que pueden ser útiles para que cada uno piense con su propia cabeza, para que la prensa sirva para emancipar y no para alienar a las personas.

1.- Cuando un gobernante diga que "no hay otro camino posible", puede
tener la seguridad que, tratándose de la acción de los hombres, siempre
hay otro. A falta de argumentos a favor suyo, él desea afirmarse,
mistificando.

2.- Cuando ministros de economía, presidentes de bancos centrales y
cualquier otra caterva hagan previsiones, pida primero cuentas de las previsiones que
hicieron el año anterior, para saber si tienen derecho a seguir ocupando
nuestro tiempo.

3.- Cuando lea que México, Chile, Argentina -o cualquier otro país- es el
modelo a seguir, alternativamente utilizados conforme el columpio los
lleva para arriba o para abajo, desconfíe. No espere que México, Chile o
Argentina se desplomen para ver que era una forma de desviar la atención
del análisis concreto del país en cuestión.

4.- Cuando lea que ahora la economía va a crecer sin interrupciones,
cambie inmediatamente de lectura y de columnista. La década pasada se pasó
con esa cantaleta de la "nueva economía" y cuando ella mostró que de nueva
tenía apenas el nombre, se cambió de asunto, sin que nadie rinda cuentas
de los embustes que había prometido.

5.- Ponga los ojos firmes sobre lo que acontece en los Estados Unidos. No
porque sea modelo para algún otro país, sino porque nada de importante en
el mundo de hoy puede ser comprendido fuera de la hegemonía norteamericana
y, por tanto, lo que pasa allá cuenta mucho para todo el mundo.

6.- Pero no espere nada bueno procedente de allá, por lo menos mientras
ellos continúen pensando que deben dar lecciones - teóricas y prácticas-
al mundo de cómo se construye una buena sociedad -sentimiento reforzado,
infelizmente, con los atentados del 11 de septiembre, alienándolos
más todavía sobre el por qué de los sentimientos negativos que inspiran
en el resto del mundo.

7.- No crea que el capitalismo y el imperialismo ya fueron, que se acabó. Nunca hubo
tanto capitalismo en el mundo -nunca tantas cosas y personas fueron
transformados en mercancías, tuvieron un precio, fueron comprados y
vendidos-, ni nunca hubo una presencia imperial tan fuerte en el mundo.

8.- No crea cuando dicen que "el Estado nacional se acabó". El G-7 (o
G-8), que es una especie de gobierno mundial, está compuesto por los
mandatarios de los más poderosos Estados del mundo y no por los
presidentes de las grandes corporaciones. Además de que esos Estados
tienen las fuerzas militares más poderosas del mundo. Lo que ellos quieren
es que, por ejemplo, Brasil, India, China, África del Sur, México,
Argentina, o Paquistán o Indonesia, no decidan seguir el mismo ejemplo de
hacer reuniones periódicas de sus jefes de Estado para defender mejor los
intereses de la gran mayoría de la humanidad -que vive en estos Estados y
no en aquellos.

9.- Piense que cualquier política internacional que no priorice el rescate
de África está equivocada. Pregunte, ante cada propuesta: "¿Y cuál es el
lugar de África?"
Será más fácil entender su significado, a quién favorece
y a quién perjudica.

10.- Piense, como criterio fundamental, que un mundo justo es aquel en el
que lo que prima no son los intereses del dinero, del capital, sino las
necesidades -materiales y espirituales- de los seres humanos. Solamente
así será posible a los hombres valerse de todos sus avances materiales e
intelectuales para construir una sociedad solidaria y humanista -siempre
posible-, mientras los hombres se valgan de su capacidad de comprensión y
de acción para interpretar y transformar el mundo en el sentido de acabar
con la explotación, con la dominación, con la alienación y con la
discriminación.

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