7 settembre 2008

Cachilo


La saga del chanchito Cachilo nació en los turbulentos días que van del 3 de Diciembre del 2001, con el nacimiento del "corralito" hasta fines de Enero del 2002. Fue una colaboración para el diario "Ecos", de Santa Elena, Entre Ríos.

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Altas Finanzas

El sol pendìa casi vertical en el cielo azul. El hombre se sacò el sombrero apenas entrò en la casa. La frescura de la penumbra en el comedor lo gratificò. Se sentò en su sillòn preferido y mirò afuera, hacia el campo amarillo que se extendìa hasta el Paranà como un mar de oro.La hija apareciò silenciosamente en la pieza y viò en su padre todas las arrugas de una vida de trabajo. Pero tambièn notò en sus ojos ese cansancio, esa fatiga pegajosa, que muestran todos aquellos que en estos dìas arrastran detràs de sì un montòn de problemas banales, pero irresolvibles a pesar de su simplicidad.
“-- ¿Y, papà ? ¿Arreglaste ya el diafragma del motobombeador ? Dale, que hace calor y no hay agua.”
“-- No, nena. No arreglè nada todavìa. El ferretero me tuvo toda la mañana hacièndome escuchar el noticiero econòmico por la radio. Vos sabès que por el corralito, no tengo un peso; y èl, cheques no quiere aceptar. Asì, empezamos tratando de llegar a un acuerdo para hacer un trueque. Empezamos con cosas chiquitas, imaginate vos, por un pedazo redondo de goma con agujeritos ! Pero la radio empezò a decir que el dòlar subìa y ahì nomàs se puso como loco. Quiso un pollo ! Imaginate, un pollo ! Y la radio que cada cinco minutos daba la cotizaciòn del dòlar. Cada vez màs alto.
El ferretero empezò a hacer càlculos raros con la calculadora y me dijo que como el motobombeador es japonès, los repuestos van en dòlares. Despuès de media hora, me viene con el asunto de que el pollo es argentino y por lo tanto està devaluado. Ahì cambiò y quiso un lechoncito. Yo me quedè helado, no tenìa palabras ! ¿Me entendès, no ?
Para hacèrtela corta, cerca del mediodìa me largò la ùltima propuesta: ahora quiere tres lechones gordos. Y tengo que cerrar trato hoy a la tarde porque mañana el dòlar puede subir todavìa màs. Y yo, ¿de dònde cornos saco tres lechones ahora ?. Al Cachilo, pobre huerfano, lo puedo sacrificar, pero es lo ùnico que nos queda. Eh, mijita, decime, ¿de dònde saco yo tres lechones gordos para pagar ese maldito diafragma japonès ?”

La hija le mirò con ternura las manos callosas que ahora, en la penumbra fresca de la sala, brillaban doradas como si pertenecieran a una estatua relegada en un rincòn, orgullosa de su origen, pero inùtil en estos tiempos prosaicos.

“-- Mirà, papà, yo soy perito mercantil y de estas cosas algo entiendo. Es una cuestiòn de mercados. Debemos mirar la cosa desde otro àngulo. Digo yo, …¿y si mandàramos al Cachilo al exterior ? Allà, los lechones se cotizan en dòlares y con lo que cobremos podremos comprar el diafragma y hasta quien te dice, quizàs hasta nos sobre plata para algo màs.” (continua)

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