14 settembre 2008

La pantera

En la oscuridad de la habitaciòn, la bestial presencia se percibìa a travès de esos desconocidos sentidos que se mantienen despiertos aunque uno estè durmiendo profundamente. Una masa de mùsculos asì de imponentes crea una especie de corriente elèctrica que lo llena todo. Y los temores atàvicos del hombre dormido se liberan de sus ataduras culturales.
La presencia fatìdica se hizo màs fuerte cuando solplò su aliento en mi cara. Un salto y abro los ojos espantados. Apenas puedo ver una masa negra y felina que escapa corriendo desenfrenada por el corredor hacia el sòtano. En un duermevela que no basta para impedir que corra y tome el cuchillo màs grande de la cocina, persigo la pantera, pero en el sòtano no hay nada que indique su presencia y me despierto del todo. Pienso que fue un mal sueño y vuelvo a la cama.

A la noche siguiente, siento otra vez su entrada furtiva en la pieza. Salta sobre la cama sin un ruido y con un gesto casi tierno me apoya una garra sobre la mano. Siento, con el corazòn batiendo a lo loco, la pelusa suave y se me escapa una caricia. Pero tambièn, con un salto, trato de atrapar ese cuerpo bello y lustroso echàndole las cobijas encima y apretando el todo con el cuerpo. Otra vez escapa dejando sus huellas en el corredor. Y otra vez la luz y el frio me despiertan en un sòtano vacìo, ridìculo, en calzoncillos, con un cuchillo grandote en la mano.

Me pregunto por què la pantera huye si me tiene a su merced. No duermo y trato de encontrar algo que me lleve a alguna conclusiòn. Sus ojos se ven tristes y no feroces. Cuando subiò a mi cama, se acostò a mi lado. Creo descubrir asì que la pantera està sufriendo de soledad crònica. No busca la agresiòn sino un poco de ternura. Sabe que produce miedo y posiblemente escapa de la imagen terrorìfica que genera en los hombres. Quizàs quiera provocar un sentimiento de comprensiòn de su soledad y teme no lograrlo. Son suposiciones, por supuesto, pero en mi cama vacìa, con las paredes de la casa donde resuenan todavìa los ecos de mis hijos que partieron lejos, puedo sentir que no estoy muy alejado de la realidad. Algo me induce a pensar que es sòlo un sueño, pero la presencia persiste incluso durante el dìa. Y llego a la conclusiòn de que la pantera tambièn me sueña a mì. Animal nocturno, siente mi presencia en su sueño diurno. Tiene miedo a los hombres porque la han querido mal, pero percibe que estamos hermanados en un sentimiento comùn. Y yo por las noches, y ella por los dìas, no nos atrevemos a tender un puente.

Despuès de una semana de sobresaltos que fueron disminuyendo paulatinamente, llegamos a aceptarnos mutuamente. Ya no me despierto asustado y ella trata de no ser tan intrusa. En mis sueños aparece caminando apaciblemente, como en un segundo plano, y desaparece cuando sueño algo lindo, como no queriendo molestar. Durante el dìa trato de no hacer mucho ruido en la cocina y pongo mùsica de Vivaldi porque sè que la emocionan los violines. No abro las ventanas para que se mantenga calentita y trato de fumar poco para no intoxicarla.

Ahora se acuesta vigilante a mi lado y me calienta los pies. Cuando suena el despertador me lame la cara y se va trotando lentamente. Apenas cae la noche, no sè de donde, nuevamente viene hasta donde estoy trabajando y se recuesta ronroneando. Algunas veces nos miramos profundamente en los ojos y noto una incomprensiòn milenaria. Hasta creo que me sonrìe lànguidamente. Miramos televisiòn juntos como una pareja de viejos amantes hasta que, con el alma cansada, me voy a acostar.

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