3 settembre 2008

Trabajos inùtiles

Como el clima de ayer sigue igual, aprovechando de un descuido del computer, dejè de lado los apuntes y me enfrasquè en esto para divertirme. Era un jueguito (la verdad- mentira) que hacìamos con los chicos cuando eran casi bebitos: ellos tenìan que decubrir què cosa era verdad y què mentira. Nos divertìamos a lo loco. Paso aqui algunas de mis (i) reflexiones:


Trabajos inùtiles:


Una noche observè a un hombre que con gran esfuerzo sostenìa una aspiradora sobre su cabeza. Querìa aspirar todas las estrellas. Era un trabajo inùtil. La aspiradora estaba desenchufada.


En el medio del Sahara sentì por la radio que hacìan 50 grados a la sombra. Busquè un àrbol hasta que se hizo de noche. Ahi pude descansar un poco màs fresco.


Siempre que termino de lavar los platos me vienen ganas de comer. Asì, me pongo enseguida a picar cebollas y ponerlas en una sartèn, pelar tomates y meterlos a hervir. Corto la carne en pedacitos, preparo un buen caldo con hueso y la meto a cocinar a fuego lento. En una ollita un poco de leche ya està hirviendo para preparar una buena salsa con hongos. Parece que el perfumito de laurel llegò hasta los vecinos que ahora entran con botellas de vino y se sientan a compartir la cena. Cuando se van, me meto otra vez a lavar los platos. Si me compro un lavavajilla, podrè adelgazar?

Ayer limpiè los pisos. Hoy la gata cagò en medio del living.


Despuès de tres meses lavè el auto. Y hasta le pasè la aspiradora en el interior; quedò una pinturita. Apenas guardè todo, se metiò a llover.


El domador montò de un salto. Estirado sobre los estribos, metiò rebenque a lo loco mientras gritaba desaforado un zapucay. No tuvo tiempo y el caballo le quedò chùcaro. Era la ùltima vuelta de la calesita.


Hasta hoy habìa sido uno de los mejores polìticos del mundo. Ojeroso y deprimido, no podìa comprender por què su suegra no lo entendiò cuando le explicò de mil modos todos los motivos por los cuales se separò de su hija.


Icaro, despuès del porrazo, comprendiò que para viajar hasta el Sol con sus alas de cera era mejor esperar un dìa de lluvia en invierno. O hacerlo de noche.


Cuando por la mañana iba al trabajo, por la radio del colectivo oyò que habìan aumentado el salario bàsico y se puso contento. Cuando volvìa a la noche, por la misma radio oyò de un tremendo accidente aereo en el cual murieron cientos de personas. Como le causan impresiòn los desastres, apenas llegò a su casa atrasò el reloj y se sentò tranquilo a mirar el noticiero.


Viò un documental hermoso donde se contaba la historia de un camboyano y de su elefante, de como vivìan felices arrastrando àrboles y comiendo bananas y ananàs. Pensò en redondear la jubilaciòn y se comprò un elefantito para adiestrarlo y vivir pacìficamente como el tipo de la pelìcula. Sòlo que vivìa en Parque Chas en una piecita alquilada.


Es mejor meterse el dedo en la nariz que no en un ojo.(Un tuerto).

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